Los retratos siempre me atrajeron porque detrás de cada rostro hay una historia, un mundo. Me gusta detenerme en los detalles, una mirada, una arruga, una expresión que aparece solo un instante. No busco la pose perfecta, sino ese momento sincero donde la persona se muestra tal como es. Cada retrato es un encuentro, una conversación sin palabras que intento traducir en imagen